El día de hoy, en el Evangelio se nos narra un episodio interesante de la vida de Jesús, la Transfiguración, cuando Jesús en la cima del monte se muestra a sus discípulos con toda su gloria como Hijo de Dios y Dios verdadero. Mucho se ha escrito sobre este tema, pensando qué fue lo que sucedió en realidad, pero una cosa que nos puede ayudar es pensar lo siguiente: Jesús no se transformó, porque él ya era el Hijo de Dios desde toda la eternidad, entonces, más bien Jesús transparentó la naturaleza divina que había en su interior.
Y esta es la invitación para nosotros, Dios ha obrado maravillas en nosotros, nos ha querido hacer hijos suyos por medio de su Hijo único. Tanto amor de parte de Dios está presente en nuestros corazones, nos demos cuenta o no de ello. Pero no basta con que nos demos cuenta nosotros, porque tenemos que transparentarlo. Si la gente se pregunta que dónde está Dios, nosotros deberíamos de mostrar que está entre nosotros, que está en nosotros.
El amor de Dios está en ti, es una luz que tiene que brillar en tu vida, para iluminarte a ti, para iluminar a la gente que está a tu alrededor.
Buenos días!!!
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