El agua es un elemento vital para nosotros. Es alarmante pensar que nos la estamos acabando por un uso irracional y desmedido. Sin agua, cualquier tipo de vida está condenada a desaparecer. Por eso es tan angustiosa la sed. Podremos pasar días sin comer, pero no podemos soportar días sin beber. Esta realidad nos habla que necesitamos agua potable, limpia, sana.
El planeta sigue siendo 3/4 partes de agua, pero no toda es para consumo de los vivientes: el agua salada, el agua estancada, el agua contaminada es agua muerta. ¿Para qué nos sirve esta agua?
Para que el agua esté viva tiene que estar en movimiento, no tiene que recibir residuos, ni ser residuo, como el agua que desemboca en el mar. El agua viva nace de los manantiales, de lo más profundo de la tierra.
Así es el agua que Dios nos ofrece, un agua que rompe nuestra sed de vivir, de amar, de servir. El agua viva nace del interior, no es superficial. Por ello, el agua de la moda, del conformismo, de lo que dicen los demás, de los impulsos, no nos quita la sed para siempre, sin embargo, el agua de la reflexión, del encuentro con uno mismo, del diálogo profundo y sincero con quienes amamos nos dan la plenitud necesaria para dar sentido a nuestra vida.
Tienes un manantial en tu corazón, es la presencia del Espíritu de Dios que habita en ti. No la contamines, no la dejes estancada, deja que riegue cada espacio de tu vida.
Buenos días!!!
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