Es el cuarto mandamiento, pero no es sólo una obligación, sino una bendición de parte de Dios. Reflexiona en tu corazón este pasaje del Libro del Eclesiástico:
Quien honra a su padre expía sus pecados,
quien respeta a su madre acumula tesoros.
Quien honra a su padre recibirá la alegría de sus hijos,
y cuando rece, su oración será escuchada.
Quien respeta a su padre tendrá larga vida,
quien obedece al Señor conforta a su madre,
y sirve a sus padres como si fueran sus amos.
La gloria de un hombre depende de la gloria de su padre...
Quien abandona a su padre es un blasfemo,
maldito del Señor quien irrita a su madre. (Eclo 3, 3-7.11a.16)
Así que, si bien en momentos no los entendemos, comprendamos que ellos a nosotros tampoco, pero lo que no hemos de olvidar, que por encima de cualquier diferencia, pesa más el amor que nos tienen y la gratitud que les debemos.
Buenos días!!!!
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