viernes, 19 de junio de 2009

jueves, 18 de junio de 2009

Novena al Sagrado Corazón. Día 9

18 de junio de 2009

Maravillosamente encadenado a un corazón
herido por amor no correspondido,
de profundas pasiones divinas encendido
en tintas rojas volcadas, palpitantes de perdón.

Amor que no puedo pagar es mi canción;
derroche de ternura, mi Dios herido
con corona de espinas, pan roto y compartido,
cruz redentora preñada en salvación.

¡Que me alegro por tu perenne compasión!
¡Que me duele por haberte ofendido!
¡Que me sangro por amar tu corazón!

¡Que me acobardo al sentir tus espinos!
¡Que me esperanzas con tu resurrección!...
y me encuentro como tú, también herido.

ZLK/Poema al S. Corazón, 18 junio 2004



miércoles, 17 de junio de 2009

Novena al Sagrado Corazón. Día 8

17 de junio de 2009

Pero también esa lanzada, en el sentido opuesto y a la luz de la Sagrada Escritura y de los escritos y vidas de los santos, simboliza las delicadezas de amor de aquellas almas que de alguna manera han vulnerado al Corazón de Jesús, como dice la esposa en los Cantares: “Vulnerasti cor meum, soror mea, sponsa”, “Has herido mi corazón, esposa y hermana mía, has herido mi corazón con uno de tus ojos, con uno de tus cabellos” (4,9). Por eso, todo acto de amor hiere dulcemente al Corazón de Jesús, como todo acto de amor del amante hiere dulcemente al ser amado. Cuando Dios nos muestra su Amor, sus delicadezas, nos hiere, pero esa herida, en lugar de producir dolor, como en el caso de los enemigos, produce un gran deleite. ¡Son heridas de amor, son dardos de amor, son saetas de amor! Por eso santa Teresa, cuando quiere explicar lo que es el amor, lo compara a una saeta, a un dardo. Ella tuvo la experiencia, en el convento de la Encarnación, de un ángel que se le apareció y le clavó un dardo, una flecha encendida en el Amor de Cristo que le traspasó el corazón, en medio de un éxtasis místico, produciéndole un deleite inefable.
Otra escena entrañable y muy a propósito de lo que venimos diciendo, es la que nos narra san Juan en su Evangelio (13,23), cuando recuesta su cabeza sobre el Corazón de Jesús, en la última Cena, el Jueves Santo. Este pasaje ha sido comentado, de una u otra forma, prácticamente por todos los místicos, los cuales han visto simbolizado en él todo el Evangelio, el ápice de la vida cristiana: el matrimonio espiritual del alma con Jesucristo. Y ahora que decimos matrimonio espiritual, recordemos cómo el amor entre el hombre y la mujer se simboliza por los dos corazones, o un corazón traspasado por los nombres de los amantes. Y Jesús ha querido también tener Corazón, al igual que nosotros, y que ese Corazón sea abierto por la lanza del soldado el Viernes Santo en el Calvario, precisamente para que a través de esa llaga entremos en Él y descubramos los tesoros escondidos de su Amor, y nos embriaguemos de la sangre y del agua que brotan de su costado.
Incluso ha habido santos que tuvieron la experiencia mística de que el mismo Jesús les presentara su propio Corazón y han sentido la impresión de tomar, de mojar los labios en la sangre del costado. Ciertamente que son fenómenos místicos, pero que indican una realidad profunda, que es esa fusión del Amor del Corazón de Jesús en ellos.




martes, 16 de junio de 2009

Novena al Sagrado Corazón. Día 7

16 de junio de 2009
El Corazón de Jesús en la experiencia mística de los santos:
En esta tercera parte tendríamos que citar una galería de grandes santos, lo cual es imposible lógicamente. Recordemos, para empezar, a santa Margarita María Alacoque, que fue la confidente del Sagrado Corazón de Jesús; también a santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, san Ignacio de Loyola, san Bernardo, san Buenaventura, santa Gertrudis, santa Catalina de Siena, san Francisco de Asís, y muchísimos otros santos que se han distinguido por esta devoción. Entre los más cercanos a nosotros podemos recordar a uno de los grandes promotores del culto al Corazón de Jesús, citado incluso por el Papa Pío XII, que fue el Padre Mateo Crawley-Boevey; y también a Monseñor Manuel González, el obispo “de los sagrarios abandonados”. Todos ellos, entre tantos otros, han encontrado en el Corazón de Jesús sus delicias. Esto es lo que rezamos en la última de las Letanías: “Cor Iesu, deliciae sanctorum omnium”, “Corazón de Jesús, delicia de todos los santos”. Ellos se han acercado a beber de esa Fuente inexhausta, y penetrando en ella por la llaga del costado hicieron de Cristo su dulzura y su tesoro.
Detengámonos un momento en esa llaga del costado que simboliza, en primer lugar, la invitación de Jesús para que entremos en su intimidad, lo cual es propio de la vida contemplativa. La preciosa llaga simboliza también la reparación que le debemos, además del amor. Esta es una nota esencial en la devoción al Corazón de Jesús. Un Corazón traspasado, herido por sus enemigos, “Víctima peccatorum” (víctima de los pecadores y de los pecados) exige, reclama reparación ¡Cuántas almas santas han ofrecido sus sufrimientos, sus enfermedades, sus sequedades, sus humillaciones, todas sus cruces, para consolar y desagraviar al Corazón de Jesús, ante la falta de amor de tantos hombres. De modo que el que ama, ama reparar las ofensas contra el ser que ama, quiere reivindicar, “vengar”, santamente hablando, los pecados de los hombres. Esta reparación la encontramos expresada en aquella oración en la que san Francisco de Asís le dice al Señor: “donde haya odio, que yo ponga amor, etc...”. De manera que si la lanzada simboliza el pecado y todo lo que hemos hecho sufrir al Corazón de Jesús, nuestro amor hacia El deberá ser reparador.



lunes, 15 de junio de 2009

Novena al Sagrado Corazón. Día 6

15 de junio de 2009
He aquí, en resumen, los tres aspectos fundamentales de la teología del Corazón de Jesús. En realidad, en el simbolismo del Amor confluyen los otros dos, la ejemplaridad y el dolor. Esto se debe a que en el Amor de Jesús se funden tres realidades o dimensiones, reducidas a la unidad en virtud de la unión hipostática: el Amor propiamente divino del Verbo, segunda Persona de la Santísima Trinidad, y los amores (espiritual y sensible) propios de la Humanidad de Cristo De ahí la armonía perfecta que late en el Corazón de Jesús; es como un nudo, por así decirlo, en donde convergen el Amor infinito de Dios y el amor humano del hombre, a quien Cristo representa como Cabeza del Cuerpo Místico.
De modo que en el Corazón de Jesús tenemos la síntesis de todo el universo, la recapitulación de todas las cosas: la dimensión estrictamente hablando divina, como queda dicho, y la dimensión humana, en su doble vertiente espiritual y sensible. Todo el mundo material está representado, recapitulado, simbolizado, en el amor sensible de Cristo. Todo el mundo espiritual de las almas, de las inteligencias y de los ángeles se encuentra simbolizado, unificado en el Alma de Cristo. Y el Amor eterno de Dios en el mismo Verbo, el Hijo.
Por todo lo que hemos considerado hasta aquí, podemos decir con el Santo Padre Pío XII que la devoción al Corazón de Jesús no es una devoción más, sino que es “la Devoción sustancial” (Cfr. Encíclica Haurietis aquas). Y esto porque se trata del mismo Amor del Verbo encarnado, simbolizado en su Corazón, que representa la Persona divina y la Naturaleza divino-humana de Jesucristo.
En el Corazón de Jesús se encierra toda la economía de la salvación. La gracia santificante brota de este Sacratísimo Corazón, como también los sacramentos, todo lo cual se encuentra simbolizado en las gotas de sangre y agua que brotaron del costado abierto del Redentor. Es san Juan Apóstol, el enamorado del Corazón de Jesús, quien hace notar que después de que el soldado atravesó el costado de Jesús muerto en la cruz, “al instante brotó sangre y agua” (Jn 19,34).
Esas gotas de sangre y agua son al mismo tiempo símbolo de la Iglesia, la Esposa mística, que como segunda Eva, nace del costado herido del Nuevo Adán, dormido en la cruz (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 766).


domingo, 14 de junio de 2009

Novena al Sagrado Corazón. Día 5

14 de junio de 2009
Veamos ahora sencillamente y de una manera esquemática, los simbolismos que encierra el Corazón de nuestro Rey adorado y hermoso:
* Ejemplar y modelo. Retomando las enseñanzas de San Pablo, que nos decía que el designio del Padre es “hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra” (Ef 1,10). De esta manera, el Corazón de Jesús se nos presenta como el ejemplar y modelo de toda la obra de la Creación, de la Redención y de la Glorificación. Todo está concentrado en el Corazón de Jesús, todo fluye en definitiva del Corazón de Jesús. Esto es lo que leemos en la Carta a los Colosenses: “El es Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación, porque en El fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles... todo fue creado por El y para El. El existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia. El es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: El es el Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea El el primero en todo, pues Dios tuvo a bien hacer residir en El toda la Plenitud, y reconciliar por El y para El todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos” (Col 1,14-20). Cuando decimos “Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios” hablamos de una unión sustancial, de lo que llamamos la unión hipostática, como ya hemos visto. Y todo esto nos lleva a considerar que en Jesucristo tenemos la síntesis de Dios y del hombre, armónicamente simbolizada en el Corazón de Jesús (Cuerpo, Alma, Divinidad), y en consecuencia, la síntesis de todas las cosas del cielo y de la tierra.
* En segundo lugar, el Corazón de Jesús es símbolo del Amor de Dios. En la Carta a los Romanos el Apóstol exclama: “¿Quién nos separará del Amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? Mas en todas estas cosas vencemos por Aquél que nos amó. Porque persuadido estoy que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo futuro, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del Amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (8,35. 37-39). Ese Amor de Dios revelado en Cristo, se manifiesta concretamente en su Corazón divino-humano, humano-divino, su Corazón de carne, en el cual habita, como en un sagrario viviente, la plenitud del Amor de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
* El tercer simbolismo es el del dolor. Antes hemos dicho que el Corazón de Cristo es la suma de todos los misterios de nuestra Redención. Y decir Redención equivale a decir sufrimiento, sacrificio, muerte, pasión, dolor. Esto es lo que encierra aquella letanía que reza “Cor Iesu, lancea perforatum”, es decir, traspasado por una lanza. Y de ese costado perforado brotó sangre, lo cual nos está indicando que allí hay muerte, hay dolor, hay sufrimiento, porque es el misterio de un Amor rechazado por los hombres, que llega hasta la locura de la muerte en cruz.

sábado, 13 de junio de 2009

Novena al Sagrado Corazón. Día 4

13 de junio de 2009
En la Teología:
La Teología del Corazón de Jesús hemos de enmarcarla dentro de la Cristología (tratado dogmático sobre Jesucristo, Verbo encarnado); y, dentro de este tratado, nos tenemos que detener en la santísima Humanidad de Cristo, distinguiéndola, pero no separándola nunca, de su Divinidad.
La Humanidad de Cristo que por estar unida hipostáticamente al Verbo de Dios (la Segunda Persona de la Santísima Trinidad) merece, exige de nosotros un culto de adoración, de latría; porque es un cuerpo y un alma, o un cuerpo-animado, de una Persona, no humana sino divina, infinita: el Verbo eterno de Dios. Luego, la Humanidad de Jesús es adorable en virtud de la Divinidad. San Pablo dirá que “en Cristo habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente”, “In quo habitat omnis plenitudo divinitatis corporaliter” (Col 2,9). Este bellísimo texto lo recogen las letanías del Sagrado Corazón de Jesús. Por ello, para gustar lo que nos enseña la Sagrada Teología sobre el Corazón de Jesús bastaría con estudiar y meditar, una a una, esas letanías, a cual más hermosa1.
El Papa Pío XII, en una frase que es todo un mundo, dice que “el Corazón de Jesús es como la suma de todo el misterio de nuestra Redención”. También afirma que “en el culto al Sagrado Corazón de Jesús se contiene la esencia de toda la religión” (Encíclica Haurietis aquas).Es la síntesis de la Historia de la Revelación, de todo el Plan de Dios.
Ya conocemos esa expresión de San Pablo: “recapitular todo en Cristo” (Ef 1,10). Pues bien, el símbolo de esa recapitulación es justamente el Corazón de Jesús. Por eso la Iglesia ha establecido una fiesta litúrgica en honor de ese Corazón, cuyo culto y devoción han ido creciendo hasta nuestros días, a pesar de la desacralización, del racionalismo, el evolucionismo, y otros factores negativos del momento histórico que nos toca vivir.

viernes, 12 de junio de 2009

Novena al Sagrado Corazón. Día 3

12 de junio de 2009
En la Biblia la palabra 'corazón' tiene múltiples sentidos. No solamente se refiere al aspecto afectivo o sensible, por no decir sentimental, sino que también se refiere al aspecto cognoscitivo, incluso a la parte que corresponde a la voluntad libre. Hay múltiples aspectos que podríamos mencionar: corazón significa conocimiento, amor, libertad, valor, fuerza, tenacidad, etc. Por eso hay palabras compuestas de la raíz latina “cor, cordis”, corazón. Recordar, por ejemplo, que es algo propio de la memoria, y sin embargo recordar viene de 're-cor', es decir, pasar a través del corazón. El corazón como centro de toda la vida psíquica del hombre: intelectual, volitiva y afectiva.
Concordar, acordar, y otras expresiones parecidas tienen la misma raíz "cor", corazón. En francés hay una expresión corriente para decir que uno sabe de memoria una cosa: "Il le sait par coeur". Saber una cosa "par coeur", por corazón, en francés equivale a decir “lo sabe de memoria”, lo tiene bien asimilado, bien entendido.
En el Deuteronomio encontramos el célebre texto tan hermoso y conocido que dice: “Amarás a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu poder, y llevarás muy dentro del corazón todos estos mandamientos que hoy te doy”. (Cfr. 6,5-6). Todo esto es lo mismo, alma, mente, fuerzas, corazón, inteligencia, son sinónimos, son conceptos reiterativos para decir en realidad lo mismo. En resumidas cuentas, en la Sagrada Escritura la palabra ‘corazón’ significa globalmente la persona, toda la persona, el ser humano (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 368). Muy pocas veces se refiere solamente al corazón de carne, porque no tiene sentido un corazón de carne solo. Y más concretamente “corazón” significa la vida interior de la persona, justamente porque el corazón está dentro; los latidos del corazón manifiestan los sentimientos propios de tal o cual persona. Y todavía concretando más, si se puede, el corazón simboliza sobre todo el amor. De ahí entonces que la Persona de Jesús, es decir, el Corazón de Jesús, la vida interior de Jesús, es por excelencia su Amor. Decir “Corazón de Jesús” es decir: el “Amor” de Jesús, divino (como Dios) y humano (como Hombre), según sus dos naturalezas, en la unidad de Persona.

jueves, 11 de junio de 2009

Novena al Sagrado Corazón. Día 2

11 de junio de 2009
En la Carta a los Efesios dice también san Pablo: “Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el Amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios” (3,17-19).
Este texto es fundamental, puesto que en él san Pablo realiza como una especie de descripción del Corazón de Cristo. En lugar de decir la palabra ‘corazón’ dice ‘anchura’, ‘longitud’, ‘altura’ y ‘profundidad’.
La anchura, porque el Corazón de Cristo es tan ancho que en él entran todos los hombres, ¡hasta sus enemigos! La longitud, porque es eterno, en efecto, el Amor de Jesús a los hombres es para siempre: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1), hasta el final de su vida y por toda la eternidad, y hasta el final de sus fuerzas humanas.
La altura, porque es sobrenatural, es el Amor de Dios infinito, que se ha manifestado en el Corazón de Jesús. Es el mismo Amor trascendente de Dios Padre a los hombres, que se revela en el Hijo, el Verbo encarnado.
Y la profundidad, como la misma palabra lo expresa, por la profundidad de los Misterios de Cristo. Como dice san Pablo: “El Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios” (1 Co 2,10).
El Apóstol dice que el amor supera toda ciencia, todo conocimiento. He aquí otro punto muy importante. Fijémonos en estas palabras: “Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el Amor (o sea, enamorados de Cristo) podáis comprender... el Amor de Cristo, que excede a todo conocimiento” (Ef 3,17). Es decir que no podemos comprender el Amor de Dios, en Cristo, si no es amándole, porque se trata de una ciencia “experimental”. No es un conocimiento puramente racional, ni siquiera meramente teológico o bíblico, aunque todo esto es importante. Es algo mucho más grande, es un conocimiento por connaturalidad; en realidad tendríamos que decir por ‘con-sobrenaturalidad’. En definitiva, se trata de un conocimiento místico, obra de los dones del Espíritu Santo, especialmente del don de sabiduría y el don de entendimiento. Como dicen las Letanías al Corazón de Jesús: “... en el cual están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia”, de la ciencia divina, no meramente humana. Es un conocimiento que solamente se tiene experimentando el Amor de Dios a nosotros por Cristo, y el amor de nosotros a Dios por Cristo. Es lo que decimos y cantamos en la doxología de la Santa Misa: “Per Ipsum, cum Ipso et in Ipso”, “Por Cristo, con El y en El”.

miércoles, 10 de junio de 2009

Novena al Sagrado Corazón. Día 1

10 de junio de 2009
En la Sagrada Escritura el vocablo "corazón" se encuentra muchísimas veces.
En el Antiguo Testamento la palabra corazón aparece más de 850 veces, generalmente aplicada al hombre; pero como Cristo es hombre nos interesa muchísimo ese dato de la Revelación. De esas 850 veces, la palabra corazón en el Antiguo Testamento se refiere a Dios unas 25 veces. En el Nuevo Testamento aparece unas 160 veces, de las cuales una vez se refiere al Corazón de Dios. Tenemos un texto en los Hechos de los Apóstoles, que dice así: "Depuesto éste (Saúl) alzó por rey a David, de quien dio testimonio diciendo: “He hallado a David, hijo de Jesé, varón según mi corazón, que hará en todo mi voluntad" (13,22). Hay un pasaje en donde explícitamente se refiere al Corazón de Jesús: el texto ya tan conocido y hermoso de san Mateo: “Aprended de mí (hacéos de mi escuela, según el matiz del texto original griego) que soy manso y humilde de Corazón” (11,29).

Implícitamente o de manera analógica hay bastantes textos en el Nuevo Testamento en los que se trata del Corazón de Jesús, como en el Evangelio de san Juan. Por ejemplo, el pasaje que nospresenta a san Juan recostándose sobre el pecho de Jesús (Cfr. 13,25). Dentro del pecho es donde está el corazón, de modo que equivale a recostarse sobre el Corazón de Jesús. Recordemos también la lanzada que atraviesa el costado del Señor, en el Calvario, y de ese Corazón abierto brotó “sangre y agua” (Cfr. 19,34).

Hay otro texto muy hermoso, muy rico, en la Carta de san Pablo a los Filipenses, en el que leemos: “Testigo me es Dios de cuánto os amo a todos en las entrañas de Jesucristo” (1,8). ¿Qué son las entrañas sino el Corazón de Cristo?

lunes, 8 de junio de 2009

Novena al Sagrado Corazón


Del 10 al 18 de junio 2009
Una breve lectura cada día