12 de junio de 2009
En la Biblia la palabra 'corazón' tiene múltiples sentidos. No solamente se refiere al aspecto afectivo o sensible, por no decir sentimental, sino que también se refiere al aspecto cognoscitivo, incluso a la parte que corresponde a la voluntad libre. Hay múltiples aspectos que podríamos mencionar: corazón significa conocimiento, amor, libertad, valor, fuerza, tenacidad, etc. Por eso hay palabras compuestas de la raíz latina “cor, cordis”, corazón. Recordar, por ejemplo, que es algo propio de la memoria, y sin embargo recordar viene de 're-cor', es decir, pasar a través del corazón. El corazón como centro de toda la vida psíquica del hombre: intelectual, volitiva y afectiva.
Concordar, acordar, y otras expresiones parecidas tienen la misma raíz "cor", corazón. En francés hay una expresión corriente para decir que uno sabe de memoria una cosa: "Il le sait par coeur". Saber una cosa "par coeur", por corazón, en francés equivale a decir “lo sabe de memoria”, lo tiene bien asimilado, bien entendido.
En el Deuteronomio encontramos el célebre texto tan hermoso y conocido que dice: “Amarás a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu poder, y llevarás muy dentro del corazón todos estos mandamientos que hoy te doy”. (Cfr. 6,5-6). Todo esto es lo mismo, alma, mente, fuerzas, corazón, inteligencia, son sinónimos, son conceptos reiterativos para decir en realidad lo mismo. En resumidas cuentas, en la Sagrada Escritura la palabra ‘corazón’ significa globalmente la persona, toda la persona, el ser humano (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 368). Muy pocas veces se refiere solamente al corazón de carne, porque no tiene sentido un corazón de carne solo. Y más concretamente “corazón” significa la vida interior de la persona, justamente porque el corazón está dentro; los latidos del corazón manifiestan los sentimientos propios de tal o cual persona. Y todavía concretando más, si se puede, el corazón simboliza sobre todo el amor. De ahí entonces que la Persona de Jesús, es decir, el Corazón de Jesús, la vida interior de Jesús, es por excelencia su Amor. Decir “Corazón de Jesús” es decir: el “Amor” de Jesús, divino (como Dios) y humano (como Hombre), según sus dos naturalezas, en la unidad de Persona.
Concordar, acordar, y otras expresiones parecidas tienen la misma raíz "cor", corazón. En francés hay una expresión corriente para decir que uno sabe de memoria una cosa: "Il le sait par coeur". Saber una cosa "par coeur", por corazón, en francés equivale a decir “lo sabe de memoria”, lo tiene bien asimilado, bien entendido.
En el Deuteronomio encontramos el célebre texto tan hermoso y conocido que dice: “Amarás a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu poder, y llevarás muy dentro del corazón todos estos mandamientos que hoy te doy”. (Cfr. 6,5-6). Todo esto es lo mismo, alma, mente, fuerzas, corazón, inteligencia, son sinónimos, son conceptos reiterativos para decir en realidad lo mismo. En resumidas cuentas, en la Sagrada Escritura la palabra ‘corazón’ significa globalmente la persona, toda la persona, el ser humano (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 368). Muy pocas veces se refiere solamente al corazón de carne, porque no tiene sentido un corazón de carne solo. Y más concretamente “corazón” significa la vida interior de la persona, justamente porque el corazón está dentro; los latidos del corazón manifiestan los sentimientos propios de tal o cual persona. Y todavía concretando más, si se puede, el corazón simboliza sobre todo el amor. De ahí entonces que la Persona de Jesús, es decir, el Corazón de Jesús, la vida interior de Jesús, es por excelencia su Amor. Decir “Corazón de Jesús” es decir: el “Amor” de Jesús, divino (como Dios) y humano (como Hombre), según sus dos naturalezas, en la unidad de Persona.
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