viernes, 2 de enero de 2009

Parábola del Amor


«Te moldearé», le dijo el hacha al pedazo de hierro mientras descendía con toda su fuerza sobre uno de sus costados. Pero a cada golpe que le daba iba perdiendo su filo, hasta que, después de un rato, aquella herramienta no pudo más: había quedado completamente obtusa.

«Déjenmelo a mí», repuso el serrucho mientras clavaba sus dientes en el pedazo de hierro, los cuales fueron desapareciendo uno a uno.

«Yo me encargaré de moldearlo», profirió con arrogancia el martillo, mientras se burlaba de sus compañeros que había fracasado. Pero después de varios golpes se le quebró el mango y se le desprendió la cabeza.

«¿Me permiten probar?», inquirió humildemente una pequeña llama. Los tres se rieron a carcajadas, pero se lo permitieron porque estaban convencidos de que también iba a fracasar. Sin embargo, aquella llamita cubrió el pedazo de hierro; no se desprendió de él, lo abrazó y lo abrazó hasta volverlo blando y darle la figura que quería. Aquella pequeña llama logró lo que las otras tres poderosas herramientas no pudieron alcanzar…

…Existen en el mundo corazones duros que pueden resistir los hachazos de la ira, los dientes del odio y los golpes del orgullo y del rechazo, pero, por más severo que sea el corazón de la personas, no podrá resistir los embates del amor; porque el amor es la fuerza más poderosa del mundo.

Buenos Días

Revista Misión Joven

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