Había una vez una persona que vivía al lado de una carretera que era muy transitada. Se le ocurrió poner un local para vender barbacoa de carnero.
Le iba tan bien que ocupó pronto a un sobrino para que le ayudara en la operación y contrató un par de asistentes para que se ocuparan de servir a los clientes. Estaba tan atareado que ni tiempo tenía de oir la radio, de leer los periódicos, ni de ver la televisión.
Al pasar de los meses alquiló un trozo de terreno, colocó un anuncio para promover su producto, y con alegría y entusiasmo vio crecer el negocio. La gente compraba y él amplió el local, compró un terreno y puso un criadero de carneros con sus familiares.
Su hijo que estudiaba Economía le visitó con motivo de las vacaciones de diciembre y le dijo: "Papá, estamos sufriendo una muy grave crisis. ¿Qué no escuchas la radio ni ves los noticieros en la televisión? Y no sólo la crisis es en el país, sino en el mundo entero".
El Padre pensó: "Mi hijo que estudia en la universidad y escucha la radio, ve la tele y lee los periódicos, debe saber realmente qué está pasando, porque está mejor enterado que yo".
Entonces quitó el criadero de carneros para bajar costos, despidió a los familiares, dejó de promover su producto, y empezó a vender menos, por lo que acabó despidiendo a la mitad de los ayudantes que había contratado.
Sus ventas cayeron al mínimo desde que había abierto el negocio, y pensó: "Qué razón tenía mi hijo, verdaderamente estamos viviendo una muy grande crisis".
MORALEJA: Si hablamos sólo de crisis y la asumimos sin detenernos a valorar cómo realmente se está presentando en lo que hacemos, sufriremos la crisis y participaremos para hacerla más grande. Mejos propongámonos encontrar oportunidades y triunfar.
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