Al entrar a la oficina de Don Bosco, el joven Domingo Savio reparó en un letrero puesto a la entrada: "Da mihi animas caetera tolle".
Don Bosco, extrañado por la curiosidad del jovencito se acerca para explicarle el sentido que él trataba de adivinar. Tal vez era el primero en preguntarse qué significaban esas palabras.
- ¿Don Bosco, qué significan esas palabras?
- Significan: Dame almas, llévate lo demás.
- Ah, ya comprendo, esto no es un negocio de dinero, sino de almas... pues bien cuente con la mía.
Invertir no dinero, sino la propia vida en una empresa tan importante como lo es la salvación no sólo eterna sino también temporal fue el mejor negocio de Santo Domingo Savio. No basta con ayudar a los pobres si ello no toca tu vida, no basta rezar si ello no toca tu vida, no basta sonreír si ello no toca tu vida. Dar tu vida, invertir tu alma es dejarte transformar desde dentro y sólo a través de la transformación de tu persona poder cambiar el mundo que nos rodea. Tantos han tratado de cambiar el mundo con ideologías, con políticas, con leyes, con protestas, con revoluciones... y las cosas sólo cambian de posición, pero la injusticia, la violencia y el sinsentido continuan. Sin embargo, para los santos, las cosas cambian radicalmente, no cambiaron todo el mundo, pero supieron construir a su alrededor justicia, paz y esperanza.
Hoy Don Bosco te lanza la misma invitación que le hizo a Domingo Savio y lo llevó a ser santo: Ayúdame a salvar almas, pero primero la tuya... sólo tienes una vida, es preciso que la salves.
¿Dónde y cómo invertirla? esa es la pregunta de tu vocación a la felicidad.
Buenos Días!!!
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